Descripción
Compartir jardín sin olvidar el tuyo propio. Ser sol cuando abunda el agua y lluvia cuando hace falta.
Tomar decisiones conjuntas, decidir objetivos comunes. Sembrar semillas y cuidarlas en común.
Permitir que nuestras raíces se entremezclen y compartan alimento y espacio.
Alimentar el mismo árbol y compartir todos sus frutos.
Reservar espacios para lo privado y seguir cultivando en lo comunitario.
Sembrar en común no es fácil, pero es hermoso.
Yo siembro en casa con mi compañero, también en mi territorio con mis vecinas y un poco más allá con mis amigas y hermanas.
Con algunas personas comparto un huerto entero, con otras algunas flores. Con algunas empecé con una maceta que se transformó en bosque, y con otras mantengo jardineras con plantas silvestres que crecen de forma natural y espontánea.
Algunas semillas y plantas murieron por el camino, otras me sorprendieron y se transformaron en grandes árboles que hoy me dan sobra y cobijo.
Sembrando en común descubrí nuevas especies vegetales que no conocía, y creamos espacios abundantes en los que muchos otros seres fueron bienvenidos.
Sembrando en común aprendo a ceder, a escuchar y a dejarme sorprender por cosas que no siempre puedo controlar.
Soy jardinera y responsable de mi propio jardín, y estoy feliz y agradecida de compartir otros tantos que se cuidan en común.