Descripción
LO SIENTO Y PERDONA, hermana, porque yo también te juzgué duramente, y tarde mucho en aceptar lo que significa ser mujer.
Fuí esa clase de chica que siempre se rodeó de chicos porque me parecía mucho más fácil e interesante relacionarme con ellos. Porque veía en ellas debilidad, competición y vanidad, y no entendía el porqué ni de donde salían según que comportamientos. Ellos eran más «simples» y se preocupaban por cosas que a mi también me interesaban más.
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Por suerte, hace ya años de esto, conseguí primero conectarme conmigo y con mi cuerpo de mujer, y luego establecer vínculos con otras mujeres, más fácilmente con las que compartian inquietudes conmigo y luego también con las que no tanto.
Por suerte conseguí abrazar mi feminidad y no verla como una desventaja, un problema o como una imposición.
Por suerte llegaron muchas que pusieron reivindicaciones y lucha sobre la mesa, y se atrevieron a reclamar derechos que ni siquiera me había planteado si tenía o no. Por suerte esto empezó mucho antes de que ni siquiera yo me diera cuenta o hubiera nacido.
Por suerte terminé comprendiendo muchas cosas y por suerte y amor seguiré aprendiendo mucho más con la lucha que sigue.
Con esfuerzo sigo deconstruyendo comportamientos e ideas que tenemos muy arraigadas tanto sobre mí como sobre otras personas que lo tienen más difícil que yo.
GRACIAS a todas las que se dieron cuenta antes de todo que yo, y también a las que no. Gracias a las amigas que hoy son mayoría en mi vida y con las que tengo el placer de compartir y aprender cada día.
Hoy pongo muchas cosas en contexto porque ya no soy una chica sino una mujer, y con orgullo y placer vivo serlo.